martes, 28 de julio de 2009

El diario de Darwin

En su "Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo" (de lectura más ameno que el decisivo "El origen de las especies"), Charles Darwin ofrece reflexiones como ésta, cuando aún en las primeras semanas de su viaje visita la pequeña isla de San Pablo, perdida en medio del Atlántico, a medio camino entre Brasil y la costa africana:

"La lista siguiente comprende, según creo, toda la fauna terrestre: una mosca (Olfersia) que vive en la Sula [ave parecida al pelícano], y una garrapata que como parásito de las aves ha debido de llegar a este sitio; una mariposita parda, perteneciente a un género que halla su alimento en las plumas; un escarabajo (Quedius) y una cochinilla que se cría debajo de los excrementos, y por último, numerosas arañas, que supongo viven a expensas de los acompañants y basureros de las aves. La tan decantada historia de la elegante palmera y otras magníficas plantas tropicales, seguidas de las aves y, por último, del hombre, en el proceso de tomar posesión de las islitas de coral recién formadas en el Pacífico, no es probablemente correcta. Mucho recelo que la poesía de tal historia venga a ser destruida por la comprobación de que los primeros habitantes de las islas oceánicas recién formadas sean en realidad los insectos parásitos y arañas que viven en el plumaje y los excrementos de las aves".

Darwin, de quien se cumplen el 200º aniversario de su nacimiento y el 150º de la publicación de su magna obra, realiza obervaciones cuidadosas a lo largo de un viaje de 5 años en el que toma miles de muestras de animales, plantas y rocas. Tras décadas de estudios, experimentos y reflexiones nacería la teoría que vendría a explicar, más que el origen de las especies (título equívoco), su evolución.
O mejor dicho, que vendría a explicarlo "probablemente", tal como de manera modesta califica Darwin su observación en la isla de San Pablo. Esto es Ciencia, y por tanto sujetao al debate de los hechos, que no de las opiniones.

domingo, 26 de julio de 2009

Poema LXI del Canzoniere de Petrarca

Bendito sea el día, el mes, y el año,
y la estación, la hora, y el instante,
y el país, y el lugar donde fui preso
de los dos bellos ojos que me ataron;
-
y bendito el afán dulce primero
que al ser unido con Amor obtuve,
y el arco, y las saetas que me hirieron,
y las llagas que van hasta mi pecho.
-
Benditas cuantas voces esparciera
al pronunciar el nombre de mi dueño,
y el llanto, y los suspiros, y el deseo;
-
y sean benditos los escritos todos
con que fama le doy, y el pensar mío,
que pertenece a ella, y no a otra alguna.

sábado, 18 de julio de 2009

Cortázar: fantasía y realidad

"(...) Después tuve que ir a Rosario por un congreso de abogados donde no se hizo otra cosa que aplaudirse unos a otros y beber como locos (...)"
Este fragmento de un cuento del Bestiario de Cortázar es un ejemplo perfecto de cómo, un maestro de lo fantástico como él, atinaba a incluir algún mordisco de realidad realmente certero. Todo el que haya estado en algún congreso profesional sabe de qué habla.
Cortázar es realmente recomendable para todos los que aún tengan la imaginación viva y no se conformen con lecturas mentalmente trituradas para fácil digestión. Uno lee sus cuentos y entiende que en castellano sólo haya una traducción ("la" traducción) de los relatos de Poe. Aunque son autores diferentes, claro; como es habitual, el más moderno ha bebido del otro, en este caso para hacerse más refinado. Si Poe provoca un terror más primigenio (en la línea que seguirá Lovecraft, que además añadirá todo un zoo de los horrores), Cortázar parece hablarnos desde el piso de al lado, con situaciones más cotidianas, aparentemente, en las que lo fantástico irrumpe como tranquilamente. Como recoge la contraportada de mi ejemplar, "Sus relatos nos desazonan porque (...) se nos quedan mirando, como si esperaran algo de nosotros."