jueves, 2 de junio de 2011

"Árbol de humo", de Denis Johnson

Hay libros que te colocan frente a lo más mísero del género humano, sin tener que llegar al extremo de un Céline. Árbol de humo es uno de ellos.
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Hay libros que te trasladan a latitudes y climas de forma tan vívida que tienes la sensación de estar sufriendo las penalidades de sus personajes. En mi caso, lo disfruté / sufrí  por primera vez con Frodo vagando por las llanuras de Mordor en El señor de los anillos. En Árbol de humo el verbo sudar debe aparecer docenas de veces, es constante la humedad, los mosquitos, el sol que plancha... los que hemos estado en el sudeste asiático sabemos de qué habla.
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Hay libros que te guían por un viaje hacia el interior oscuro al que todos tememos. Aquí, obviamente, la referencia es Conrad.
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Pues bien, Árbol de humo es todo eso y más. Es una historia a diferentes niveles, unidos entre ellos bien de forma muy intensa (amantes, hermanos...) o por el hilo intangible y omnipresente de la guerra (Vietnam, como podría ser cualquier otra). Como dice Robert Saladrigas, "un texto (...) no apto para pusilánimes ni para quienes buscan evasión en la lectura". Y es que no hay evasión posible, el gran mérito de este libro, y de casi toda Literatura, es hacer partícipe al lector. En este caso, además, de experiencias duras, traumáticas, que no pueden dejar en ningún caso indiferente.
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Absolutamente recomendable, al nivel de Vida y destino, la otra gran novela sobre la guerra del siglo XX (y es que reducirlas a novelas "sobre la guerra" es simplificar). Aunque su autor siga con vida...