martes, 16 de agosto de 2016

Metáforas y fórmulas

"En un fragmento publicado por primera vez por H. Sembdner en 1959, Kleist proponía subdividir a los hombres en dos clases: los que se entienden por medio de metáforas y los que se entienden por medio de fórmulas. Los que se entienden por medio de ambas serían demasiado pocos para formar una clase. Parece como si en esta tipología se estableciese una alternativa. Pero de hecho no podemos replegarnos a una metáfora cuando son posibles las fórmulas. Podemos permitirnos la sobreabundancia de metáforas producidas por nuestra retórica sólo porque el rendimiento de las fórmulas define nuestro margen de acción para aquello que va más allá del mero aseguramiento de la existencia, y por lo tanto también para aquello que las metáforas nos ofrecen como superación del convencionalismo de las fórmulas, Las fórmulas garantizan ante todo la vinculación de estados iniciales de procesos con estados finales cualesquiera, sin presuponer objetividad empírica para el campo intermedio o para la totalidad. La inconceptuabilidad quiere más que la "forma" (en alemán "Form") de procesos o estados, quiere su "figura" (en alemán, "Gestalt").


Hans Blumenberg, "Aproximación a una teoría de la inconceptuabilidad", 1979.
Bernar Vernet, "The homology (cohomology) sequence of a pair (X, A), acrílico sobre pared, 2001.

jueves, 11 de agosto de 2016

Ser o no amado


"Ni yo, ni nadie, podemos actuar como si no existiera ninguna diferencia entre que nos amen o no, como si la reducción erótica no instaurara una diferencia capital, como si tal diferencia no fuera más diferente que todas las otras y no las volviera a todas ellas indiferentes. ¿Quién puede sostener honestamente que la posibilidad de ser amado u odiado no le concierne para nada? Hagamos la prueba: el mayor filósofo del mundo, apenas empieza a caminar sobre esa cuerda, cede ante el vértigo. Y además, ¿cuál es la coherencia de pretenderse humildemente no egoísta frente a la reducción erótica mientras se alardea sin vacilación ni temor ejerciendo la función imperial de un ego trascendental? E inversamente, ¿con qué derecho tildar de egoísmo al ego que confiesa honestamente que carece de seguridad y se expone sin reservas en otro lugar, que puede no conocer y que en todo caso nunca puede controlar?"



Jean-Luc Marion, "El fenómeno erótico"
René Magritte, "Los amantes"


[Éste, como otras entradas que seguirán, es un texto con imagen que nuestro profesor favorito (conocido por aquí con el exótico nombre de "Joan") ha tenido a bien compartir en su Facebook. Mejor no preguntéis por qué no los pone en la Pedantoteca directamente; en cualquier caso, yo me encargaré de ir haciéndolo.]