martes, 25 de noviembre de 2014

El proceso creativo, según Edward O. Wilson

"El científico ideal piensa como un poeta y solo después trabaja como un contable. Ten presente que los innovadores, en literatura y en ciencia, son básicamente soñadores y narradores. En los primeros estadios de la creación, tanto de la literatura como de la ciencia, todo lo que hay en la mente es un relato. Hay un final imaginado, y generalmente un comienzo imaginado, y una selección de pedazos y fragmentos que pueden encajar entre uno y otro. Tanto en las obras literarias como en las científicas, pude cambiarse cada parte, lo que provoca una agitación en las otras partes, algunas de las cuales se desechan mientras otras nuevas se añaden. Los fragmentos supervivientes se articulan y se separan de maneras variadas, y se mueven de un lado a otro a medida que el relato se forma. Surge un escenario y luego otro. Los escenarios, ya sean de naturaleza literaria o científica, compiten entre sí. Algunos se superponen. Se prueban palabras o frases (o ecuaciones o experimentos) para que todo el conjunto tenga sentido. Muy pronto se concibe un final para todo lo imaginado. Se llega a un desenlace prodigioso (o a un descubrimiento científico). Pero ¿es el mejor, es cierto? Conseguir que el final se produzca de manera clara y segura es el objetivo de la mente creadora. Sea este el que sea, se localice donde se localice, se exprese como se exprese, empieza como un fantasma que se eleva, gana en detalle y después, en el último momento, o bien se desvanece para ser sustituido o, como el mítico gigante Anteo cuando tocaba la Madre Tierra, aumenta su fuerza. Al mismo tiempo, pensamientos inexpresables revolotean a lo largo de los bordes. A medida que los mejores fragmentos se solidifican, se colocan en su lugar y se mueven de un sitio a otro. Y el relato crece hasta que alcanza un final inspirado."
 
Edward O. Wilson, "Cartas a un joven científico", capítulo 5, Editorial Debate.

No hay comentarios: