sábado, 8 de marzo de 2008

El silencio de Jacob de Falç. Capítulo 4.

Como no entendía lo que aquel ojo sanguinolento trataba de decir y nunca se me habían dado muy bien las adivinanzas, no le presté atención hasta que me terminé el bocata de chorizo. Entonces, empecé a pensar: "Alambique, nata....nata....." Lo de la nata me recordó que era el momento de hacerme mi pajilla de postre. Me saqué el dedo del ojete del culo, la mano se me había dormido por haber estado todo el tiempo sentado sobre ella....y con mi mano dormida me hice la pajilla que precede a la siesta. El incomparable efecto de que la paja te la está haciendo otra persona, efecto producido por usar la mano dormida, insensible, algodonada, me la enseñó un amigo de la Barceloneta, conocedor profundo de todos los misterios del arte del onanismo. Pero el placer no pudo ser total...todo el tránsito hacia mi orgasmo estuvo asaltado por el enigma....¿por dónde habla un ojo? No sabia que los ojos hablaran...¿el alambique que precede a la nata? ¿Quién me habría mandado el paquete? Todos aquellos profundos misterios cortocicuitaron mi lecharazo final, lo cual siempre me pone de muy mal humor. Sin aún haberme limpiado los grumos de nata y requesón, me levanté cabreado y aplasté el ojo con un sonoro pisotón. Un manchón gelatinoso rojizo y blancuzco se extendió por el suelo. Desplacé mi mirada hacia el paquete que aún yacía donde yo lo había dejado caer...¿Quién me lo había mandado, perturbándome así la hora del bocadillo y, aún peor, el mejor momento de mis tediosos días de yuppie de oficina, el momento del postre? Entonces advertí que otro objeto asomaba dentro del paquete. Me agaché y lo cogí: era un magnetofón, y debajo suyo había una nota pegada con celo. Lo enchufé a la corriente y una voz cavernosa pero amariconada se oyó: "Todos somos marionetas en el teatro de la vida...¿Crees que eres libre, crees que eres tú quien ha escogido el trabajo que haces, o tus técnicas para pajearte?" Entonces empezó a oírse el Cant dels Segadors con ritmo de sardana, y la cavernosa y amariconada voz proseguía: "Los hilos que mueven tu destino van a tirar una vez más de ti para obligarte a hacer algo que crees que no deseas, pero al final del camino agradecerás todo el sufrimiento por el que vas a pasar". No entendía una mierda de todo aquello...además, al Cant dels Segadors le conviene más el ritmo de vals que el de sardana. O, aún mejor, el de bossanova. Abrí la nota que venía con el magnetófono, y pude leer lo siguiente:

"Tenemos secuestrada a tu cerdita Peggy de peluche. Si quieres recuperarla y volver a tener con ella tus agradables e inconfesables momentos de ternura, ven mañana a las diez de la noche al teatro abandonado de la Barceloneta. Te estaré esperando en el escenario"

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal...¡Mi adorada cerdita peggy, mi amor de peluche, la única que ha podido siempre comprenderme y quererme tal como soy! ¿Quién ha podido ser el criminal? Bueno...tengo más de veinticuatro horas para prepararme y pensar en un plan y buscar las armas que llevaré conmigo para mi venganza. Aguanta Peggy, esto no quedará asi...

3 comentarios:

Superfucker dijo...

Próximos candidatos a continuar esta apasionante novela: Supermesata y Joan. Qué, Supermesata, te animas? ¿No harás nada para salvar a la cerdita Peggy? Joan, tal vez el momento apropiao pa ti sería después del flash forward de Ol.lop, en el teatro...con una recapitulación metafísica y escatológica de todos nuestros delirios...

Supermanente dijo...

Genial continuación a mi texto paridoso previo.

Dedos en el ojete, bocatas de chorizo, Sardanas, el cant dels segadors, cerditas peggy, barceloneta, ojos parlantes, alambiques, onanismo...

Hay tantos conceptos nuevos en el texto inicial que lo ponemos difícil al siguiente valiente que se atreva a continuar.

Joan dijo...

Jajajjaja,,,,es buenisimo,, literatura postmoderna,,, yo continúo después de supermesata!!.