La caja se movía a golpecitos lentos,,, alguien parecía querer decir algo, así que abrí lentamente la caja,,, y se oyó una voz gutural:
"¿Porqué me has aplastado hideputa?".
Volví a cerrar la caja. Me volví a concentrar en Peggy. Bailaba poseída por el ritmo de una música fusión de persia y calasparra. En el centro, había un alambique. Peggy iba acercándose al alambique. Se puso con las piernas abiertas encima del alambique. Empezó a descender. Yo pensaba: "No por favor, Peggy, tu no,,, no seas un zorrón,,,". Pero Peggy siguió descendiendo, hasta que el alambique dejó de verse. Ella segía contorneándose. No podía aguantar más. Había que hacer algo,,,,
Entonces, sin reflexionar demasiado, abrí la caja, agarré el ojo (ahora no era otra cosa que una plasta gelatinosa), y la lancé a las filas de delante. No era una buena técnica, sin duda, pero fue como un impulso; sentí una irrefrenable fuerza que me obligaba a hacerlo. Lancé la gelatina ocular, y le cayó en la calva a un tío de la segunda fila, que se puso a lanzar unos grititos agudos y entrecortados, como deben ser los orgasmos de José María Aznar. Entonces, la gente se giró hacia el calvo, y corrió la alarma en la grada. Entre el alborozo y el gentío, me deslicé hacia Peggy, la arranqué del alambique, que cayó al suelo con un ruido húmedo de desatascador, y la saqué hacia una sala pequeña, sin que nos viera nadie.
"Peggy,,,, ¿porqué me has hecho esto?".
Pero Peggy no respondió. Volvía a ser un muñeco. Había ahí mi dilema,,, por alguna especie de magia, el alambique le había dado vida,,, pero si Peggy tenía que estar viva, y hablar y comunicarse conmigo, tenía que ser un zorrón que se metiera un alambique,,, si quería sodomizarla yo, tenía que seguir siendo un muñeco,,, era este un dilema wagneriano,,, amar a alguien vivo pero zorrón, o amar a un muñeco de peluche muerto que fuera un objeto solo para mi,,,, ¿qué decisión podría tomar mi conciencia?.
Unas voces se oyeron detrás mío,,, me habían antrapado.
lunes, 17 de marzo de 2008
El silencio de Jacob de Falç, capítulo 6
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2 comentarios:
joaaaannn
nunca me había imaginado a Aznar teniendo un orgasmo!!!
... ahora ya no podre dormir...
Has captado como nadie la esencia de la relación de nuestro héroe con su amado peluche, juasjuajjj...este capítulo sería enormemente didáctico para los que salen en la prensa por cargarse a sus mujeres...
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