domingo, 15 de junio de 2008

El hombre que se enamoró de la luna

Si tú eres el diablo, no soy yo quien cuenta esta historia. Ni soy Afuera-en-el-Cobertizo. Ése es el nombre que ella me dio sin siquiera saberlo. Ella es Ida Richelieu, la misma a quien años más tarde, tras lo sucedido en el Paso del Diablo, llamaban Ida Pata-palo.
Yo también creía que Eh-tú y Ven-Aquí-Chaval eran mis nombres. Hasta que tuve más o menos diez años, yo pensaba que esas palabras tybo se referían a mí. Tybo significa "hombre blanco" en mi lengua. Mi lengua está compuesta por unas cuantas palabras que todavía recuerdo.
Mi madre era una bannock y trabajaba para Ida, limpiando y satisfaciendo a los hombres. Así es como fui concebido... o eso al menos pensaba yo. Mi madre me llamaba Duivichi-un-Dua, lo que significaba algo, lo que significa que yo era alguien que se merecía un nombre semejante: no uno como Afuera-en-el-Cobertizo.
[...]
Mi madre murió cuando yo era un chico de unos diez u once años. Asesinada por un tal Billy Blizzard. Una de las cosas que recuerdo de mi madre era que me puso el nombre y que yo nunca debía contestar cuando me llamaban por él porque el que preguntaba podía ser el diablo. Si alguien me llamaba por mi nombre, lo primero que tenía que responder era que yo no era. Otra cosa que recuerdo de mi madre es que cuando estoy a punto de dormirme ella es un olor y una sensación que no puedo expresar con palabras.
[...]
Hasta que estuve a punto de morir congelado. Me quedé dormido de pie mientras miraba por la ventana de Ida. O creo que me quedé dormido, porque no se parecía al sueño. No sentía el frío, no miraba por la ventana, me encontraba en el círculo de luz de Ida, el color rosado en mi piel, y tumbado en la cama de plumas de Ida.
Me quedé en la cama de plumas de Ida. A ratos despierto; Ida en su escritorio escribiendo en su círculo de luz. Otras veces inconsciente, sin saber dónde estaba, en el lugar que vas cuando te duermes.
Cuando regresé de ese lugar desconocido, cuando se me pasó la fiebre, Ida me dejaba dormir con ella de cuando en cuando en su cama de plumas. Se suponía que no debía contárselo a nadie y nunca lo hice. Si Ida te hacía prometer algo, lo cumplías. pero tenía que lavarme a fondo antes de meterme en su cama.
Una noche, mientras dormía con Ida, la desperté con lo que estaba sucediendo. Ida siempre decía que no podía dormir si había alguien en su habitación que la tenía tiesa.
[...]

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡La que hablaba de que tenemos las hormonas alteradas! De momento, te damos otra oportunidad y lo dejaremos en que eres la que publica los fragmentos más "alternativos"; entre Bukowski y éste... sólo te falta un Céline (de Muerte a crédito, mejor) para asegurarte el premio.

Tampoco está mal lo diverso de este blog: Martí i Pol, Góngora y Spanbauer del tirón, sazonados con una frase de John Donne ¿quién da más?

Gizmo dijo...

Si, però a vosaltres us falta sang i sexe!

Anónimo dijo...

No es que ens falti sang, es que esta tota reunida al mateix lloc.

Superfucker dijo...

¿Que nos falta sexo, dices? No te referirás al poema de Marti i Pol que publiqué, imagino...¿Que nos falta sangre? Esto tiene gracia...luego nos véis jaleando una peli de zombies o una buena cinta gore y os horrorizáis de nuestro infantilismo...yo me crié dibujando cómics de soldados destripados a espada, mientras tú probablemente te dedicabas a cambiar las braguitas de tus pin y pon...oooohohohohohho

Lord Enzi dijo...

Ahora entiendo por qué me preguntabas ayer quién es Gizmo... bueno, no me la imagino con pin y pon... aunque todos tenemos un pasado.