miércoles, 27 de agosto de 2008

Frase del día: Arte y moral.

Una buena obra de arte puede tener, y ciertamente tendrá, consecuencias morales, pero exigirle al artista fines morales equivale a estropearle la obra.

Goethe, Dichtung und Wahrheit, 12

4 comentarios:

Joan dijo...

El problema consiste en "querer ser moral", en la "voluntad de moralidad". Las auténticas obras morales rara vez se han propuesto, antes de ser redactadas y "en frío", criterios moralistas; al contrario, en ellas la moralidad emana del proceso artístico de reproducir la vida en su autenticidad, y es esta ausencia de voluntad la que acaba haciendo obras morales perdurables. Saint-Exupéry o Chesterton son grandes escritores, y en su talento se muestra cómo conciben las relaciones humanas; ellos "eran" así, no querían serlo. De ellos emanaron grandes obras de gran valor ético. Céline era un malnacido desgraciado, y de él emanó una descripción del desgarro de la vida con todo su nihilismo y todo su humor. Él "era" así, no quería serlo. La literatura mala es la que "quiere ser cosas", la que "quiere escribir libros con este o aquel propósito". Al menos yo lo veo así.

comunllum dijo...

Creo que se puede "querer ser moral" y que tu obra lo sea. Es más, puede ser una gran obra. El tema está en imposición de un tercero en que tu obra sea moral, e incluso tu propia imposición a que lo sea. Es ahí donde "puede" darse por perdida la obra. Creo que imposición y creación difícilmente pueden combinar, aunque seguro que cualquiera podrá rebatirme esto sin gran esfuerzo.

Joan dijo...

Sigo pensando que uno es propiamente lo que es cuando no quiere serlo.

Lord Enzi dijo...

Siguiendo un poco en la línea de Albert, creo que el problema principal es la imposición, interna o externa, de convertir en moral (o cualquier otra cosa) una obra de arte en general, ya que liquida la libertad del autor, necesaria para que el resultado sea real (auténtico). Los mejores casos, como sugiere Joan, se dan cuando los autores actúan como lo que son, aunque sean malnacidos como el genial Céline.