sábado, 3 de abril de 2010

Algunas últimas palabras

Más en la leyenda que en la historia, siempre me han gustado las últimas palabras atribuidas a algunos grandes hombres. Me voy a centrar en tres escritores, cómo no, muy diferentes, que se despidieron cada uno a su manera.
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- El gran Lope (¡qué sonetos! alguno ha aparecido por aquí) no pudo aguantarse más de algo que debió reconcomerle durante mucho tiempo. Así, dijo ya en su lecho mortal: "Nunca he podido soportar al Dante. Me da náuseas...". Como dice mi admirado Wiesenthal, "dejó a un lado todos los respetos literarios". Y es que no debe ser fácil declarar algo así y seguir pasando por escritor respetado...
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- Paul Valéry, incorporándose del lecho hacia su biblioteca, contemplándola, suspiró: "¡Todo eso no vale lo que valen un par de buenas nalgas!". Pues eso, que en ocasiones algunos se retratan por sí mismos...
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- Acabo con mi querido Wilde, y su famoso "Muero como he vivido: por encima de mis posibilidades". Y es que éstas desde luego no le daban para hacerlo en un gran hotel bebiendo champagne. Otro que se retrata (nunca mejor dicho) incuestionablemente bien, y en el caso de Wilde desde luego no esperó al final, lo estuvo haciendo toda la vida.
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Reales o no, nos dan que pensar. Todos odiamos a algún autor respetado, y nos lo guardamos (bueno, Superfucker no), pensamos alguna vez en el beneficio intelectual frente al carnal, simplificando, y vivimos, dentro de un límite, por encima de nuestras posibilidades. En muchos sentidos.

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