domingo, 3 de febrero de 2008

La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)

Si yo pudiera organizar la enseñanza superior con arreglo a mis deseos, procuraría sustituir las religiones ortodoxas (que atraen a muy pocos jóvenes, y no precisamente a los más inteligentes) por algo así que tal vez no pueda llamarse religión, por ser tan sólo la concentración de la atención sobre hechos completamente ciertos. Procuraría que la juventud se interesara vivamente por el pasado, comprendiendo con toda claridad que el porvenir del hombre tiene todas las posibilidades de ser inconmensurablemente más extenso que el pasado; haría que conociera minuciosamente el planeta en que vivimos, e insistiría en el hecho de que la vida en él es nada más que un incidente temporal, y al mismo tiempo de insistir en la insignificancia individual, señalaría los hechos que llevaran a las mentes juveniles el convencimiento de las grandes cosas de que el individuo es capaz y el convencimiento de que en las profundidades del espacio estelar nada hay que tenga para nosotros un valor tan grande. Hace mucho que Spinoza escribió acerca de la esclavitud y la libertad humanas; su estilo le hace poco accesible a quien no sea versado en filosofía, pero lo que quiero decir no difiere mucho de lo que él dijo.
Quien haya comprendido, aunque sea temporal y pasajeramente, lo que constituye la grandeza del alma, no puede ser feliz preocupándose egoístamente por cosas triviales y temeroso de lo que el destino le reserve. El hombre capaz de esta grandeza de alma tendrá abiertas las ventanas de su mente, para airearla, a los vientos más apartados del universo. Se contemplará a sí mismo, al mundo y a la vida, con toda la verdad que las limitaciones humanas le permitan; comprendiendo la brevedad e insignificancia de la vida humana, entenderá asimismo que en el cerebro del hombre se concentra todo lo que encierra el mundo de valioso. Y verá que el hombre, cuyo cerebro refleja el mundo, es, en cierto modo, tan grande como el mundo.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pregunta me vino a la mente mientras transcribía este texto, acerca del comentario de Russell acerca de la dificultad para comprender a Spinoza en aquellos que no estan versados en filosofía: ¿Por qué demonios los filósofos necesitan emplear un lenguaje tan inaccesible para el resto de los mortales, no todos ellos estúpidos o de cortas entendederas? Yo mismo,sin considerarme una inteligencia preclara, sí creo poseer una capacidad de comprensión moderadamente aceptable, pero cuando cojo uno de los libros de mi hermano he de sudar sangre para entender algo. ¿Por qué leches?

Anónimo dijo...

Joder, ya empiezo a estar harto de este tipo de comentarios. Si la gente quiere leer filosofía, que sude y que se joda. Y si la filosofía está destinada a desaparecer, que desaparezca (no seré yo el que haga aspavientos; ya nos dedicaremos a ser profesores de historia, como soy ahora, que eso de momento parece que no se lo quieren cargar). Pero, por favor, ya basta de falsificaciones. Si se quiere leer filosofía se tiene que sudar. ¿Porqué nadie exige claridad a la física o a la química?. ¿Porqué nadie reclama una "química popular"?. Y luego cuando se la dan, pues claro, se quejan de que son cocinitas de los jóvenes castores. Yo declaro: que no es verdad que la filosofía tenga que ver con cosas sencillas; que no es verdad que los filósofos oscurezcan cosas que son de por sí claras (la realidad no tiene nada de claro o sencillo; esas tan cacareadas "verdades sencillas" son tan filosóficas como los discursos edificantes de los gurús); y que la filosofía requiere esfuerzo y conceptualización técnica, como, por otra parte, cualquier conocimiento que se precie. Y esto es así desde la primera filosofía (que nadie se equivoque: no hay una filosofía arcaica "inocente" u "originaria" que se iría corrompiendo por una tecnificación: los filósofos orientales se alejan del decir popular desde el principio de los tiempos (Platón con el concepto de "eidos"; los presocráticos inventan un concepto nuevo de la naturaleza, incomprensible para los griegos de su época; pero lo mismo sucede con el concepto de "Tao", que a ver el guapo que lo explica "popularmente").
Y ahora el mensaje en positivo: con esfuerzo, yo prometo que no existe ningún concepto filosófico incomprensible (de la misma manera que, con esfuerzo, se puede comprender la teoría de la relatividad).

Lord Enzi dijo...

Joan, estando de acuerdo contigo en casi todo, me gustaría insistir en un par de cosas:

1- la diferencia entre explicar filosofía y ciencias no está en la dificultad intrínseca (de acuerdo en que la teoría del lenguaje de Wittgenstein pueda ser tan complicada como la mecánica cuántica) sino en las herramientas necesarias. Mientras la primera emplea, básicamente el lenguaje, la segunda requiere de matemáticas, menos al alcance (ésa es la percepción, no mates al mensajero...).

2- Sí hay química popular, y buena. También biología y cualquier otra disciplina científica o del conocimiento en general(¡maldita distinción ciencias / letras!). El problema es que la profundidad a la que se quiera llegar es proporcional al sudor que se debe invertir, y no nos encontramos estamos en la época del premio al esfuerzo (qué os voy a decir a los que os dedicáis a la enseñanza...). Hay quien pretende entender a Husserl o a Einstein en un viaje en metro, mediante explicaciones "sencillas". Y eso no es posible, así de sencillo.

En definitiva, que el que quiera aprender, como dices, que sude...

Joan dijo...

La gran impostura de la filosofía consiste en decir la realidad sin echar mano de un lenguaje que la "traduzca"; es decir: utilizar el lenguaje para algo para lo que nunca fue hecho. El físico o el químico traducen la realidad a "otro" lenguaje, pero en esa traducción, no nos engañemos, la realidad se "pierde". He ahí lo imposible de la filosofía: no usar traducciones; no sacar fuera lo que les molesta a los científicos (lo subjetivo, la vida de la conciencia). Y no obstante, usar el mismo lenguaje para mostrar la realidad a sí misma. La filosofía es de hecho un imposible, es algo absolutamente antinatural, digámoslo ya de una vez. Pero qué placer morir una y otra vez en el intento, como la ola que una y otra vez rompe contra los escollos de la realidad (y, lenta e imperceptiblemente, la penetra).

Joan dijo...

Yo estoy dispuesto a demostrar que cualquier filósofo se puede explicar con palabras sencillas: si os reunís unos cuantos y sacáis algo de tiempo, me comprometo a dar clases gratis para demostrarlo (me atrevo hasta con Hegel; los únicos que no me atrevo son Fichte y los filósofos analíticos anglosajones). Podría hacer algo similar la Chili con la química, y el Carlitos con la teoría de la literatura, y mi hermano con los evangelios, el Marc con pedanterías en general (yo creo que estaría guapo algo de historia del blues) y el salvita con las posibilidades de internet, y así podríamos montar una especie de "talleres populares" en can xinxa cada quince días o así (yo no pago la pizarra vileda). Es una idea: ahí queda

Anónimo dijo...

"Centro de Estudios Can Xinxa"!!

Supermanente dijo...

Lo de los talleres sería genial. Completaría la sensación de "casal de joves" (con permiso de superfucker) que tiene Can Xinxa. Lo de la pizarra Vileda lo descartaría, que el tufo de los rotuladores coloca. Mejor una pizarra clásica. Quien sabe, igual acabaríamos teniendo que cobrar entrada por la gran afluencia de público...

En cuanto al debate, solo se me ocurre que, al igual que en cualquier otra disciplina, no se puede comprender textos de cierto nivel sin tener algunos conocimientos previos y sin conocer sus tecnicismos.

Me imagino que el error está en que todos nos creemos grandes filósofos cuando nos hacemos determinadas preguntas y nos creemos grandes matemáticos porque solucionamos los sudokus en tiempo record, al igual que cuando éramos -más- jóvenes nos creíamos grandes expertos en artes marciales después de ver una película tipo "la grulla en el ojete del tigre".

Las cosas más sencillas en apariencia, resultan más complejas a medida que profundizas en ellas (si, ya sé que es de perogrullo, pero a veces parece que no nos damos cuenta).

Sino preguntaros como funciona un microondas o un coche (no hace falta irse a buscar complejas teorías para ver que en realidad, yo el primero, no tenemos ni puta idea sobre -casi- nada)

PD1:Que coño sabré yo sobre las posibilidades de internet que no sepais los demás, se limita a una: La pornografía.

Si es que no se puede comentar nada con cierta pasión sin que te cuelguen una etiqueta.

Como mucho podría hacer un taller sobre seguros (apasionante que te cagas) y ni siquiera podría hacerlo sobre ingeniería, que la tengo muy descuidada.

PD2: Me he emocionado con la metáfora de la ola, del cuarto comentario. Ni Rocío Jurado la usó con tanta clarividencia.

Anónimo dijo...

Yo quiero un taller sobre cómo funciona un microondas

Anónimo dijo...

La ola que rompe una y otra vez contra los escollos de la realidad es una bellísima imagen que creo que sacó de Nietzsche,me habló de ella hace años...me gustó tanto que me inspiró un poema.Os lo recité hace años en una de nuestras cenas literarias bianuales...un dia de estos lo publico,cuando crea que empezáis a tener huevos para decir de veras lo que pensáis de ella si es malo.Es que para besarnos el culo mutuamente prefiero recitársela a mis perros....

Anónimo dijo...

Verás Joan, yo no quiero comprender cómo llegan los filósofos a sus conclusiones,quienes están para sudar son ellos y no yo. Yo lo que quiero es saber a qué conclusiones han llegado...tengo derecho.Y para que garanticéis ese derecho no deberían hacer falta vuestras abstrusas conceptualizaciones técnicas,del mismo modo que no las necesito para acercarme a imaginar cómo debió ser el big bang o qué significa la curvatura del espacio-tiempo si encuentro a un científico con algo de espíritu pedagógico y de humildad académica para explicárselo a quien no tiene su nivel de formación. Sería un gran libro que juraría que todavía no se ha escrito (Las basuras como "Más Platón y menos Prozac" o "El mundo de Sofía" son manuales de autoayuda new age disfrazados de filosofía-y cómo se venden-aptos para vender en librerías de aeropuertos pero no para despertar las permeables e impresionables mentes de los jóvenes,a menos que se les trate de imbéciles). Y yo sigo sintiéndome joven como para devorar un libro así...Cierto es,algo se pierde en la "traducción" que físicos y químicos hacen cuando vierten la realidad a los números.Pero yo estoy convencido de que también se pierde algo cuando tratáis de vertir la realidad a vuestras palabras. Y aunque no fuera así, o aunque la pérdida fuera mayor si tratárais de explicaros en plan pedagógico a quien no es capaz de depurar la realidad a través del lenguaje como vosotros hacéis,seria una noble empresa intentarlo. Insisto,sería un gran libro que todavía no se ha escrito,que tú podrías hacer mejor que nadie,que mucha gente necesita y merece y que tal vez podría ser una de las cosas más gratificantes a nivel personal que podrías hacer.

Supermanente dijo...

Me imagino que eso debe hacerlo cada día en clase... No sé si será posible que te haga un hueco como oyente.

Anónimo dijo...

He aquí un intento de poner la ciencia al alcance: http://asidesimpleasidenatural.blogspot.com/

Supermanente dijo...

En la línea del anterior comentario, os recomiendo otra web en la que analizan las incongruencias científicas del algunas películas y series:

http://www.malaciencia.info/

Supermanente dijo...

Y otra más, en la que analizan diariamente una obra de arte distinta:

http://arte.observatorio.info/

Joan dijo...

Es el lenguaje cotidiano el que se pierde la realidad, no el filosófico ,,,
Es muy difícil comprender lo que hace el lenguaje filosófico con la realidad. Esto nos llevaría a digresiones bastante complejas. Yo, personalmente, prefiero lo que sugería el Salvita: creo que es mejor "explicar" (oralmente) la filosofía que escribir libros.
El lenguaje filosófico intenta reinstaurar la cotidianidad en aquello que ésta se calla. El único lenguaje que se asemeja en esto al filosófico es el poético, y aún así es diferente a él, porque el lenguaje filosófico se centra en el concepto, mientras el poético se centra en la palabra. Sólo hasta que no nos demos cuenta de que no sabemos de lo que hablamos cuando usamos las palabras, puede la filosofía empezar a decir algo. A eso no se enseña: a eso llega cada uno como puede. A partir de ahí, empieza lo que es el mirar filosófico. Y yo ya lo he dicho: coged uno chungo, como Hegel: yo me atrevo a explicarlo "para todos los públicos" (yo lo explico; no me hagáis escribir sobre él).

Anónimo dijo...

Voy a replicarte con la boca pequeña,pues ya sé de antemano que tu contrarréplica será cierta...
Si trataras de "explicar" (oralmente) a Hegel con el mismo lenguaje que él emplea en sus libros,probablemente ni un colega tuyo del gremio que no le haya leído antes sería capaz de comprenderte.Ya sé que es difícil encontrar a un colega del gremio que no lo haya leído...
Esto me recuerda que un filósofo oriental(si es que tal cosa existe)o un sacerdote que haya hecho voto de silencio te diría que la cotidianeidad jamás puede reinstaurarse desde el lenguaje,sino sólo desde el silencio...

Joan dijo...

El tema del silencio y la palabra como dicotomía oriente-occidente es la clave de todo, en eso tienes razón. No te responderé yo, dejaré que lo haga Kavafis:

"El Silencio es de oro, de plata la palabra*
¿Qué bárbaro ha pronunciado tal blasfemia?
¿Qué asiático designio, ciego y mudo condena
a un silencioso destino? ¿Qué pobre loco,
a toda humanidad extraño, insultando la virtud,
llama quimera al alma y plata a la palabra?
Tú que a la palabra llamas plata y oro al silencio, no tienes fe
en ese futuro que disolverá el silencio, misteriosa palabra.
No te jactes de tu sabiduría, que el progreso no te embobe;
con la ignorancia–dorado silencio–pareces tener bastante.
Eres un enfermo. El insensible Silencio es grave enfermedad;
pero más allá de donde seguro te sientes, la Palabra es vida.
Sombra y noche es el Silencio. Día de luz la Palabra.
La Palabra es verdad, inmortalidad, vida.
Oh sí, hablaremos, hablaremos–no es nuestro el silencio
desde que nos crearon en la imagen de la Palabra.
Oh, sí, hablaremos, hablaremos–desde nuestro interior
el espíritu expresará divinos pensamientos.

–Konstantino Kavafis (1863-1933)