sábado, 8 de marzo de 2008

El silencio de Jacob de Falç. Capítulo 5.



Al día siguiente, preparé una mochila con algunas cosas que pensé podría necesitar, hice acopio de valor (e hice acopio de bocadillos de chorizo) y resolví dirigirme al teatro de la Barceloneta....
A fin de pasar desapercibido entre todas aquellas gentes del mundo de la farándula y el puterío, me decidí a ponerme el tutú rosa de la hija de mi vecina y unas medias de rejilla acompañadas de las botas amarillas de plástico que uso cuando trabajo para la compañía de aguas algunos fines de semana.
De esta guisa entré en el maldito teatro, en el que, clandestinamente, se estaba representando una ópera japonesa, amenizada en los intermedios con lo que se anunciaba como "encantador espectáculo folclórico" representado por el grupo de petanca "Amigos del Masnou".
Aterrorizado ante semejante perspectiva, pagué la entrada y crucé aquellas puertas forradas de terciopelo rojo. Justo en aquel momento, oí el inicio de una sardana y pude ver a una colección de octogenarios que inundaban el escenario formando los correspondientes círculos para dar inicio al "encantador espectáculo folclórico" tan simpáticamente anunciado a las puertas del teatro...
Fue entonces cuando pude ver, entre bambalinas, las gafas de cerca de mi cerdita ... y un estremecimiento me impidió respirar durante unos segundos.
Avancé, no sin dificultad, teniendo en cuenta que las botas eran 2 números más grandes de mi talla, y pude ver una especie de trastienda (trasteatro???) en el que se estaban realizando en paralelo números mucho más escabrosos (e interesantes) a los representados en la parte pública del teatro.
Un tipo, con la voz amariconada ya conocida por mi gracias al magnetofón, anunciaba en ese momento el famoso "número del alambique". Mi corazón se heló y mi sangre dejó de circular al ver a la cerdita Peggy salir al escenario, totalmente metamorfoseada, vestida cual odalisca. Me demostraba así tener una especie de alter ego, aunque cabía la posibilidad de que estuviera
a- drogada
b- hipnotizada
c- abducida por unos extraterrestres
d - simplemente tonta
Estas reflexiones me llevaron a pensar sobre la futilidad del ser, y sobre todo, sobre si las cerditas de peluche tenían ego.. porque de no tenerlo, difícilmente podían tener un alter ego...
Esto demostraba ser un problema filosófico de primer orden para el que no me sentía preparado, especialmente teniendo en cuenta que todavía llevaba puesto el tutú rosa con las botas de agua y las medias de rejilla.
Justo en aquel momento, en que la cerdita empezaba a contonearse a ritmo de danza del vientre... me pareció oir al ojo que me decía algo desde la mochila ...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto ya es demasiao...la cerdita "Golem" Peggy de peluche cobra vida y se pone a bailar la danza del vientre para unos viejos verdes petanqueros del Masnou...nuestro héroe se pasará el resto de la historia trempao

Joan dijo...

JUAAASSSSSSSS!!!.... Supermesata me lo ha puesto a huevo para una elaboración metafísica de la historia,, no temáis, que me pensaré algo,,, esto se está poniendo interesante,,,,

Supermanente dijo...

Joaaannn ! Queremos el capítulo sexto !!

Joan dijo...

Ya va ya vaaa