viernes, 17 de octubre de 2008

Rimbaud

Arthur Rimbaud (1854-1891) es el perfecto poeta maldito. La cosa no empezó mal: el joven Arthur impresionaba a sus profesores siendo capaz de componer perfectos poemas en latín con catorce años. Nada hacía pensar que, poco después, iba a aparecer en París, para establecerse en casa del también poeta Paul Verlaine, oliendo “como un cerdo”, sucio hasta lo indecible, lleno de piojos y mostrando unos modales insoportables. Aun así, Verlaine se fugó con él, abandonando su burgués hogar, para emprender varios años de escándalo continuo. Nunca he entendido qué le pasó a ese chaval de provincias para pasar de un extremo a otro de la vida.

El hecho es que Rimbaud escribió su obra en cuatro años, de 1871 a 1874, o sea de los diecisiete a los veinte. Y cambió la poesía para siempre. Sus Iluminaciones o su Una temporada en el infierno marcaron el camino hacia la modernidad en la poesía, que había iniciado otro gran poeta francés unos años antes: Charles Baudelaire.

Todo lo que viene después es una sucesión de huidas, hacia Java, Yemen y luego Etiopía, siempre envuelto en comercios truculentos (armas seguro, probablemente esclavos). Se cuenta que en África le encontró un compatriota, que le comunicó el éxito que estaba alcanzando entonces su poesía en Francia. Rimbaud respondió un “merde pour la poesie” que le define. Si hubiera sido más sincero hubiera ampliado hasta un “merde pour la vie”, que abandonó en Marsella, agotado tras una penosísima peregrinación, enfermo, desde África con porteadores y todo tipo de aventuras y tras amputársele una pierna a su llegada al país galo. Una escena final la ofrece en su lecho de muerte, donde se niega a recibir la extremaunción. Su madre, severísima, antítesis de la maman de Proust, hace inscribir en su tumba un epitafio aplastante: Rogad por él.



3 comentarios:

Superfucker dijo...

Apenas conozco su obra, pero si es la mitad de apasionante que su biografía debe resultar como pa cagarse patas pabajo. Ahí tienes a la quintaesencia del personaje romántico...los que amamos el cine lloramos amargamente por otra oportunidad malgastada para hacer un biopic a la altura del material del que se disponia...

Tomás dijo...

Paradójico enmudecimiento de alguien que dejo de creer en las palabras a tan tierna edad. ¿Por qué? La realidad no se disolvió.

Tomás

Mira dijo...

Me han venido ganas de leer algo del tipo este... vaya personaje ! parece de la quinta de galois...