miércoles, 2 de abril de 2008

Reseña, parte 2

Cuestionar cómo se origina la medida del tiempo, sin caer en ejercicios de antropología cognitiva. No se trata de fingir hipótesis partiendo de la composición de hipótesis. No somos "jóvenes castores" intentando construir un calendario sin números, o un calendario sin astronomía o tecnología. Se trata de plantarse frente al mundo tal y como debieron encontrárselo los primeros hombres y mujeres que tuvieron la necesidad de "contar el tiempo". Su mundo no era el nuestro, y sin embargo, es el nuestro.
Ejemplos de paradojas en las que se caen si se pasa por alto el método fenomenológico:

1- Desde la lingüística se postula una anterioridad de los números ordinales frente a los cardinales. En los sistemas lingüísticos, "primero" es una palabra mucho más originaria que "uno". A partir de esta constatación, se intenta una génesis de la cardinalidad a partir de la ordinalidad. Según esto, los primeros números serían ordinales.
2- Si esto es así, ¿cómo se cuenta el tiempo?. Necesitamos una "ordinalidad". Pero, ¿qué es primero, la noche o el día?. Esto nos señala que la sucesión noche-día no puede ser la primera instancia de medida, si los ordinales son anteriores a los cardinales. A partir de ahí, se entiende que la primera medida del tiempo sea la lunar: la luna, en su ciclo, presenta una estructura ordinal. Ordinal y figural, o ordinal precisamente por su figuralidad.
3- Por tanto, el calendario no se "construye" de lo pequeño a lo grande. Su construcción no es lineal: la primera medida no es la sucesión día-noche, sino el mes.
4- esto nos presenta el calendario como "historia de sentido". El mito, por ejemplo, sí es capaz de presentar siempre una anterioridad y posterioridad entre el día y la noche que el cálculo es incapaz de presentar (en prácticamente toda la mitología, la noche es anterior al día).

En siguientes entregas, más.

8 comentarios:

supermesata (en el exilio) dijo...

te hago unas cuantas preguntas sinceras, en confianza y de buen rollo... (igual parecen de perogrullo)

pero... ¿por qué necesitamos una ordinalidad? ¿por qué es importante saber si es primero la noche o el día? ¿qué explica eso?
¿por que la noche-día es lineal y el mes lunar no? ¿te refieres a "simple" o "directo"?
por otra parte... y pensando en eso de los "primeros calendarios" me parece que es muy lógico el calendario lunar, porque el día noche es un lapso de tiempo tan corto que creo pierde toda utilidad... si pienso en el posible modo de vida de cazadores-recolectores o bien de las primeras sociedades agrícolas... el calendario al fin y al cabo es algo útil, en el sentido de que es una herramienta (intangible, pero herramienta) para x cosa...no??
no será que tengo contigo un problema de paradigmas??? no se, no se...
en todo caso no pretendo explicarte a tí lo que es un calendario
JOAN, el hombre del tiempo
:)

Joan dijo...

En un sentido, no es que "necesitemos" la ordinalidad, es que, según la lingüística, la ordinalidad precede a la cardinalidad. Los números cardinales (para expresar cantidades) son palabras más tardíamente integradas en los sistemas lingüísticos que los números ordinales (para expresar órdenes o secuencias). Esto representa un problema SI (y es un condicional) pensamos un calendario construido siguiendo la secuencia de lo corto a lo largo (sucesión día-noche, semana, mes, año, etc). Esta construcción "lógica" no se dibuja por ningún lado, sino que la medida del tiempo hace más bien unos zig-zags curiosos: mes, semana, sucesión día-noche y año, aproximadamente. Por lo que respecta a tu observación sobre la utilidad, evidentemente, hay entre nosotros problemas importantes de paradigma. No puedo aceptar, sin más, que el calendario sea algo "útil", ésta es la explicación que menos me convence, porque en el mundo arcaico no hay distinciones entre lo práctico o útil y lo sagrado, trascendente, u otras construcciones de sentido. Estas distinciones son puestas a posteriori por el investigador, pero la ordenación inicial del tiempo dista mucho de seguir un criterio de utilidad (el calendario religioso no es acorde en muchísimos casos con el astronómico, y está muy lejos de seguir una ordenación racional, y esto no es porque los pueblos arcaicos sean más "torpes", sino porque se basan en construcciones de sentido sintéticas que van mucho más allá de la dicotomía clásica marxista entre supraestructura e infraestructura). La no "racionalidad" (en el sentido occidental, claro está) de los calendarios religiosos y su descoordinación a órdenes basados estrictamente en criterios de utilidad estuvo bastante bien demostrada por Mauss, que, siendo un clásico, sigue gozando de buena salud. Para planteamientos más contemporáneos, sigue en esa línea Alfred Gell (The anthropology of time, Berg, 1996).

Anónimo dijo...

¿Y qué es primero, la luna nueva o el cuarto creciente? La noción de ciclo para el movimiento lunar es exactamente la misma que para la sucesión día- noche, básicamente porque ambos son consecuencia de los movimientos de la Tierra. No entiendo qué tienen que ver ordinales y cardinales en esto.

Joan dijo...

Tienen que ver todo. La sucesión de la luna es ordinal, en el sentido de que su evolución es intepretada como un ciclo "nacimento-muerte" (lo que en mitología se llama "dramática lunar"). Ese ciclo tiene un significado "ordinal": antes-después; es decir, antes estaba más grande, y va desapareciendo, hasta después resurgir. El ciclo es significativo en la relación de su medida con la ordinalidad FIGURAL de la luna. La sucesión día-noche no es figural, como demuestro en el parágrafo tres de mi libro, y en tanto que no figural, no puede ser ordinal.

Joan dijo...

Y por cierto, nadie en su sano juicio puede pretender que el hombre aracico pueda llegar nisiquiera a soñar con el conocimiento de que las fases lunares o la sucesión día-noche tienen que ver con movimientos de la tierra. Es un anacronismo espectacular.

Anónimo dijo...

¿Seguro? No lo sé, no estoy muy puesto en astronomía maya, en todo caso la conclusión la saca usted, no se infería de mi escrito, o muy mal me he debido expresar.

Y esa mitología del nacimiento-crecimiento-muerte de la luna... no sé, también el día nace y muere, no? No me convence, pero no es mi intención polemizar.

Quizá lo entienda mejor al leer su libro.

Joan dijo...

En la mitología, el símbolo escogido para representar los ciclos de nacimiento-muerte es la luna. La sucesión entre el día y la noche es escogida para representar el tema mitológico del orden (mundus) contra el caos (noche), que es otro tema distinto. Una buena referencia de estas cuestiones la puede encontrar en la obra de Eliade, "Tratado de historia de las religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado". Hay un capítulo entero relacionado a la simbología de la luna en multitud de religiones, y la luna se asocia a dos ideas: la de medida temporal (en todas las lenguas, la raíz de la palabra "luna" y la raíz del verbo "medir" es la misma), y la del ciclo de la muerte y resurrección. El sol, por poner un ejemplo, no es símbolo de ese ciclo de muerte-resurrección (con algunas excepciones, como en Egipto, por ejemplo), sino de la permanencia del mundo: el sol es siempre igual a si mismo, mientras la luna varía. Estas teorías Eliade las expone de manera clara y bastante documentada.

Mira dijo...

Joan, me acabas de convencer para que lea tu libro (de aquí a unas cuantas lunas, cuando encuentre un güequillo en mi agenda...)... para una astronoma oxidada es un lujo leer sobre el tiempo y los calendarios...